viernes, 28 de noviembre de 2008

28_11_08

De repente, el silencio.


Es como dejar de escuchar, más bien de oír. Estás en medio de cualquier lugar y de pronto tus oídos se cierran. Dejan de funcionar a pleno rendimiento y te atrapa la sensación de aislamiento más extraña que has sentido nunca. Pero no es desagradable, como se podría pensar, es como si decidieran aislarte con una mampara invisible y empiezas a verlo todo desde una distancia irreal, porque no te has movido del sitio en que te encuentras, pero al mismo tiempo te sientes como si no estuvieras ahí.
La primera vez que recuerdo haber sentido este aislamiento fue en una playa, yo debía tener diez o doce años y en medio de la algarabía de niños chapoteando en la orilla y de familias con sus sombrillas a modo de improvisadas tiendas de campaña (fantástico ver todo lo que eran capaces de llevarse a la playa, calderos, cocinillas de gas, nevera...), como en un día cualquiera de verano, descubrí la sensación de estar sin estar, y pensé que quizá me había vuelto invisible, que esta extraña forma de sentirse se extendía quizá también al plano físico, y así, convencido de mi gran poder recién adquirido, me paseé por el estrecho paseo que llevaba a la punta donde un niño, mayor que yo, de un salvaje empujón me lanzó al agua y mientras volaba pensaba "qué mal momento para perder mis poderes".

Porque a volar aún no había aprendido, bueno, al menos no sin impulso.

Mañana más.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Cuando cae la noche

21_11_08

Hoy es viernes y eso, puede ser peligroso.


Citando a "Tris tras tres", un programa de Radio 3 de hace muchos años (desconozco si se emite aún) comienzo esta nueva entrada.
Es viernes y mucha gente saldrá a descubrir qué les depara la noche, la oscuridad, el ansiado fin de semana. Algunos regresarán con los sueños rotos, frustrados, de una noche más perdida entre humo y alcohol... pero otros verán cumplidos al menos en parte sus deseos... se sentirán los seres más dichosos del planeta y ni el frío de la madrugada les afectará, mientras rememoran cada segundo, cada sonido, cada instante de la noche anterior.

Y quedan más fines de semana, más noches... más ocasiones...

Mañana más.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

¿Queda espacio para la pasión?

19_11_08

¿Queda espacio para la pasión?
¿Queda tiempo para dejarnos llevar por nuestro lado más primitivo?


Vuelvo como veis a mi querido y adorado lápiz de grafito. Pero como hablaba antes de pasión, pongámosle un poco de color, caliente pero sin pasarnos, no sea que tengamos que apagar luego alguna llama descontrolada. Añadamos un poco de brillo, algo frío para compensar, cobre... sensación de
metal en los labios.
Y ahí les dejaremos para siempre uno junto al otro, abrazados pero sin mirarse, en contacto pero sin saberse reconocidos... quizás eso es lo que buscan, el contacto sin más, la satisfacción sin coste alguno, el no nos veremos más, pero no nos importa.

¿Buscamos eso, o algo diferente, más comprometido?... ¿pero, buscamos algo en realidad?

Mañana más.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Lápiz, paciencia y pincel


17_11_08
Retomo una imagen de hace tiempo para arrancar este espacio.

En esa época me gustaba el lápiz de grafito.
Y aún me sigue agradando, básicamente porque me permite controlar con precisión el tono, el brillo, la luz, las sombras... la pintura me pide más libertad, menos control, y creo que debe haber un poco de ambos en todo, descontrol y control, locura y cordura. Una mezcla.

¿Acaso no somos todos el resultado de una mezcla, de genes compartidos?

Mañana más.









En camino

No he podido esperar a mañana y hoy vuelvo con un trabajo inacabado, pero fresco fresco... aún mancha.

Como veis he dejado a un lado a mi querido
lápiz de grafito y aquí m
e he dedicado únicamente al acrílico, dejando que el pincel marque los límites, que la mancha mande sobre el dibujo desaparecido bajo su opaca influencia.

Este trabajo comenzó siendo otro. Pero como una criatura que crece y acaba dejando el nido para volar por si misma, este ha desaparecido para siempre y se ha hundido en un mar rojo y dorado.

Prometo renovar la imagen en cuanto esté terminado.

Mañana más.









18_11_08
No pude evitarlo.

Me miró con esos ojos enigmáticos desde la página de una revista y no tuve más remedio que llevármela a un lienzo.

Fue un flechazo quizá, pero ahí está, para siempre, fijada a una tela que impedirá que envejezca salvo por el polvo que algún día la cubra, la vejez de los materiales o, ¿por qué no? la oferta de alguno, más apasionado que yo, que la quiera para si.

Porque bueno, todos tenemos un precio... se dice.

Mañana más.